Tragedia y humor van de la mano en una obra que retoma los últimos cincuenta años de la historia argentina.
“Vidé/la vuelta móvil“, obra ganadora de dos premios Planeando Sobre BUE 2014 al Mejor Actor de reparto en Comedia Dramática (Carlos March) y al Mejor Grotesco y estuvo nominada a los ACE 2015/2016 como Mejor Obra Argentina, Mejor Actor Alternativo y Mejor Iluminación (Norman Briski), llega a Mar del Plata.
Se trata de una puesta en la que tragedia y humor van de la mano, mientras retoma los últimos cincuenta años de la historia argentina, con versión original dirigida por Norman Briski, sobre texto de Vicente Muleiro. Una de las ficciones más originales sobre los años de plomo de la Argentina y que se balancea entre la absurda comicidad y el drama más siniestro.
Tras varios años en la cartelera porteña, llega con actuaciones de Carlos Vignola y Carlos March, este último también a cargo de la dirección.
Antes de viajar a la ciudad para presentar esta singular obra (hoy a las 21.30 en el Club del Teatro – Rivadavia 3422), que apela a lo grotesco con el fin de obtener una mirada sanadora del horror, Carlos March habló de este trabajo con LA CAPITAL.
– ¿Cuál fue su primer contacto con este texto y qué fue lo que más le interésó?
– En el año 2009 se estrenó “Vidé/la cinta fija” en el teatro Caras y Caretas, escrita por Vicente Muleiro con actuación de Marcelo Dandrea y Marcelo Mazzarello y dirección de Norman Briski. Y en 2014 fui convocado para interpretar el rol que hacía Mazzarello en una nueva versión de la misma obra llamada “Vidé/la muerte móvil” en el teatro Calibán de Norman Briski.
Lo que más me interesó fué formar parte de un equipo al que ya conocía y asumir el desafío de encarar un proyecto que de movida me interpeló hasta lo más profundo: abordar la vida de alguien que fué la cara visible y responsable de los años más horrorosos y dolorosos de nuestra historia contemporánea. Y en lo personal, interpretar un rol que a priori requería de un permanente desdoblamiento y de un sin número de recursos actorales.
– ¿Cómo es la experiencia de actuar y dirigir/dirigirse a la vez?
– Interesante y compleja pero lo disfruté, ya que después de 3 años de interpretarla, me sentí muy seguro del resultado al que había que llegar y creo que se logró.
– ¿Cuánto se nutrió de lo que hizo Briski con el material?
– Norman me sugirió que para poder hacer la gira, yo podía hacerme cargo de la nueva instancia y así fué.
Respeté su puesta de la mejor manera posible y me hice cargo fundamentalmente del reemplazo de mi compañero de escena Carlos Vignola. Fué un trabajo arduo pero muy placentero. Carlos es un gran actor y tuvimos un entendimiento muy satisfactorio.
Norman estuvo siempre presente en mi tarea de dirección ya que su impronta ha dejado una huella imborrable en mi y además… yo le imprimí algo de mi mirada.
– ¿Qué ventaja cree que tiene el grotesco para encarar la dura temática de esta obra?
– Creo que el grotesco permite una mirada sanadora de lo doloroso…de lo trágico. Es raro decirlo, pero durante los ensayos nos divertimos mucho. Tal vez sea un mecanismo de defensa frente a tanto dolor y la única manera de llegar a un resultado que nos satisfaga.
Hay humor en la obra y el público va entrando en el código de a poco. Hay mucho riesgo y eso se vé y se siente.
– Desde lo actoral ¿tiene un desafío interesante el contrapunto entre los dos únicos personajes de la puesta?
– Absolutamente. Es un contrapunto permanente, se logra un equilibrio escénico que le da gran dinamismo a la dramaturgia. Son dos personajes muy contrastantes y el despliegue escénico es muy intenso.
– Con el tiempo transcurrido y los cambios, políticos, sociales, en el país en el último tiempo, ¿se profundiza la perspectiva, el mensaje que busca dar el texto?
– Sí… y eso es lo lamentable. Es el huevo de la serpiente. Estamos cambiando,el mundo está girando hacia la exclusión, la gerentización de la vida y no está en los planes de quienes tienen el poder real,generar espacios de solidaridad y equidad. Mas bién todo lo contrario. Esta obra nos mantiene despiertos, nos representa y nos hace expresar a gritos nuestro repudio frente a la pérdida de valores y derechos que habían sido conseguidos.